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¿Siempre entendemos a nuestros perros?

En la relación con nuestros perros nos animan los mejores sentimientos para que nos sentamos bien y él pueda también disfrutar de nuestra compañía.

Pero algunos gestos que para nosotros son más que cariños, a veces incomodan a nuestros perros. acá les comentamos algunos, para conocer estos comportamientos poco apreciados para nuestros perros. ¿Reconoces algunos en tu perro?

Usar las palabras más que el lenguaje corporal.

Los seres humanos nos comunicamos con millones de palabras. Los perros pueden aprender el significado de algunos términos, pero es a nuestro lenguaje no verbal al que prestan mucha más atención.

Nuestro perro es un auténtico especialista en interpretar nuestras expresiones (a menudo se da cuenta de que algo anda mal incluso antes de que podamos darnos cuenta conscientemente) y ha aprendido a responder con coherencia a los gestos que hacemos.

Por lo tanto, debemos tener cuidado de decir con el cuerpo lo contrario de lo que estamos diciendo verbalmente. Si le pedimos que se siente mientras agitamos los brazos y corremos unos metros, el perro tenderá a venir hacia nosotros. Nuestro llamado a sentarse podría generar confusión.

Abrázalo fuerte.

Cualquiera que tenga un perro se siente abrumado por el amor que siente por su amigo de cuatro patas. Sin embargo, sería mejor evitar abrazarlo con todo el ímpetu del que somos capaces. Los abrazos son parte del código de conducta de los primates, como nosotros.

Los perros no se abrazan y si uno coloca una pata en el lomo de otro es señal de dominancia. El mejor amigo del hombre a menudo tolera de buen grado nuestras demostraciones de afecto, pero es fácil saber si le gusta o no un contacto tan cercano. Si mientras lo abrazas estira las orejas, tensa los músculos, se lame la boca y evita el contacto visual, probablemente esté nervioso: mejor busca otra forma de interacción más “canina”.

Las palmaditas en la cabeza.

La cabeza es un espacio estrictamente personal para los perros, al igual que la cara para nosotros los humanos. Él puede tolerar unas palmaditas en la cabeza porque nos quiere y nos reconoce como amos, pero eso no quiere decir que le guste. Si quieres premiarlo o demostrarle afecto, un buen roce en la espalda, cerca de la cola, o en el pecho o en la zona del esternón, son mimos más bienvenidos.

El umbral de contacto físico que un perro puede tolerar o apreciar también depende en gran medida del tipo de raza y de la naturaleza del animal en sí.

Mirarlo directamente a los ojos.

Acercarse a un perro desconocido mientras lo mira fijamente a los ojos, y tal vez hablando en voz muy alta, es probablemente la peor manera de entablar una buena amistad. Puede que tengas las mejores intenciones, pero el perro lo interpretará esto como un comportamiento agresivo. Puede empezar a ladrar o darse la vuelta sobre su espalda como señal de sumisión.

Si tienes que relacionarte con un perro que no conoces, es mejor que te acerques despacio y con el cuerpo en diagonal (no de frente y con los hombros abiertos, podría sonar a amenaza). No insista con el contacto visual y reserve palabras dulces en un tono medio-bajo para el cuadrúpedo. Podría ser un gran comienzo.

Vivir sin reglas.

Los perros, como los humanos, necesitan reglas. Esto no significa entrenarlos para que se conviertan en los perfectos compañeros de piso, pero tampoco significa dejarlos a su suerte, sin límites ni prohibiciones. Un entorno de vida bien regulado es más predecible, menos confuso y menos estresante para el perro.

Sin embargo, tu perro puede entender una regla, pero no la excepción a la regla. No entenderá que puede saltar en el sofá cuando acaba de lavarlo, pero no si está cubierto de barro. Ni que pueda saltar sobre ti cuando estás en overol, y no en la mañana antes de que salgas de la casa lista para la oficina.

Interactuar con perros que no le gustan.

Darle a tu perro un estímulo positivo que lo empuje a salir y conocer a otros perros puede ser importante, pero es bueno -como en todas las demás situaciones- prestar atención a las señales que nos envía el perro, y no forzarlo. Para afrontar situaciones que muestran desagrado. Se dice que nuestro perro se lleva bien con el de nuestro mejor amigo. Un perro forzado a la interacción social será más agresivo con otros perros. Pero antes de llegar a eso ya nos habrá dado una serie de señales para leer con atención (las ignora, las evita, gruñe).

Llevarlo afuera solo para sus necesidades.

Nosotros humanos, frenéticos, centrados en el trabajo tendemos con demasiada frecuencia a sacar a nuestro perro a pasear solo para permitirle llevar a cabo sus necesidades. Pero para un perro esos veinte minutos de paseo son muy importantes.

Dejar que se detenga en el camino para oler el tronco de un árbol o perderse unos instantes tras un rastro oloroso es complacer su naturaleza más intrínseca. Impedirlas sería, para nosotros, salir a la calle sin poder levantar la mirada y admirar una puesta de sol. Para mejorar sus paseos puede ser útil vencer la pereza e introducir algunas variaciones interesantes en el recorrido habitual dentro del barrio.

La correa demasiado apretada.

Para un paseo tranquilo, perros y dueños, es importante enseñarle a tu mascota a caminar con la correa floja. Una correa suelta le comunica a nuestro perro que estamos tranquilos, que la situación está bajo control y que puede relajarse y disfrutar del paseo. Una correa demasiado apretada le dice exactamente lo contrario: estoy nervioso, hay algún peligro, quédate cerca de mí, prepárate.

Un perro con una correa demasiado apretada y con demasiada frecuencia tenderá a ladrar y tirar de su correa. Pero recuerden también que una correa demasiado floja y muy larga tiene su desventaja, hace sentir el perro libre y sin protección

Tener una actitud negativa.

Los perros no solo sienten la tensión en la correa. Ellos también escuchan los nuestros. Si te preguntas por qué tu amigo de cuatro patas está agitado, nervioso y deprimido, trata de averiguar cómo ha estado tu estado de ánimo en la última hora. Nuestro perro entiende nuestras expresiones y actúa como un espejo. Si necesitas una razón para relajarte y tratar de ser más positivo, pues la has encontrado.

Ser aburrido.

Imagina verte obligado a asistir a una conversación aburrida entre adultos, sin salida. Esto es exactamente lo que siente nuestro perro cuando, después de esperarnos todo el día, llegamos a casa y nos dejamos atrapar por la rutina de nuestras cosas.

Hacer que estire las patas al aire libre es una buena manera de desahogarse, pero es bueno planificar algunas actividades divertidas que también pueda hacer en casa. Esconde su juego favorito en diferentes lugares de la casa e invítalo a buscarlo. Organizar una pequeña búsqueda del tesoro escondiendo recompensas perfumadas en unas cajitas, para que las encuentre. Son actividades estimulantes que pueden acabar con el aburrimiento y entretener a nuestro perro.

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