El universo del bienestar se ha expandido a dimensiones inimaginables, incorporando prácticas que fusionan lo espiritual con lo adorable. Un ejemplo reciente de esta convergencia es el “Puppy Yoga”, una tendencia que ha conquistado las redes sociales y los corazones de muchos, pero que ha generado un debate acalorado sobre su ética y consecuencias para los protagonistas de esta nueva tendencia: los cachorros.
¿En qué consiste exactamente el Puppy Yoga? Imagina una clase de yoga tradicional, pero con una adición irresistible: cachorros de perro correteando entre las esterillas y, en ocasiones, participando en las posturas. La premisa es simple: combinar los beneficios del yoga con la terapia animal, prometiendo una experiencia relajante y edificante.
Sin embargo, detrás de esta aparente armonía se esconden preocupaciones profundas sobre el bienestar animal y las prácticas comerciales cuestionables.
La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (RSPCA), que es una asociación caritativa que promueve y vela por el bienestar de los animales, y que tiene su sede en Inglaterra y Gales. Con dos siglos de historia, ha levantado la voz contra el puppy yoga, señalando posibles implicaciones negativas para los cachorros involucrados.
Uno de los principales puntos de preocupación es el trato que reciben los cachorros durante estas sesiones. Investigaciones recientes han revelado casos alarmantes de maltrato, como cachorros privados de comida, agua y sueño durante las clases.
Todas esta practica se debe a que los cachorros no deben hacer sus necesidades en las horas que “están trabajando”.
Además estas experiencias pueden ser abrumadora y perjudicial para los cachorros, potencialmente desencadenando problemas de comportamiento a largo plazo.
Por ejemplo, siempre en Inglaterra se llevaron a cabo por diferentes red televisivas, reportajes con periodistas encubiertos que participaron en estas clases de Puppy Yoga, donde se descubrió que había cachorros de tan solo seis semanas de edad en habitaciones cerradas, privados de acceso a comida, agua y descanso. Algunos estaban hacinados en una habitación sin acceso a agua ni comida, esperando la llegada de los clientes. También se observó cómo los cachorros intentaban en vano dormir en la sala de ejercicios, siendo repetidamente despertados y colocados en las colchonetas de yoga junto a los participantes.
La falta de acceso a agua es especialmente preocupante, ya que los cachorros son extremadamente vulnerables y necesitan hidratarse regularmente. Además, se ha señalado que estos pequeños compañeros deben permanecer con sus madres durante las primeras semanas de vida, no ser despertados bruscamente ni expuestos a condiciones ambientales inapropiadas.
Es fundamental también plantearnos algunas preguntas adicionales:
¿Cuál es el origen de estos cachorros?
¿Cuál es el proceso de adquisición de estos perros?
Después de las clases, ¿Quién se encarga de ellos y de qué manera?
¿Dónde residen y cuáles son sus condiciones de vida?
Otro aspecto que genera inquietud es la posible explotación comercial de los cachorros. Algunos centros de Puppy Yoga podrían estar utilizando a estos adorables caninos solo y exclusivamente por finalidades comerciales sin ningún respecto para ellos. Además, surge la pregunta sobre el destino de estos cachorros una vez que superan la edad adecuada para participar en las clases. ¿Son realmente adoptados por los participantes, como afirman algunos establecimientos, o terminan en situaciones menos deseables?
En medio de estas controversias, es fundamental reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones en el bienestar animal. Todos conocemos los valiosos beneficios que conlleva tener una mascota en la casa, tanto para nuestra salud física como mental. Sin embargo, es crucial elegir cuidadosamente el papel que los animales desempeñan en nuestras vidas, asegurándonos de que nuestras decisiones no comprometan su bienestar.
Si bien el Puppy Yoga se puede considerar una actividad encantadora, es crucial asegurar que se realice de manera ética y respetuosa hacia todos los involucrados, tanto humanos como caninos. Tal vez sea momento de considerar alternativas que promuevan el cuidado y la protección de los animales, como el voluntariado en refugios o la adopción responsable.
Debemos ser más responsable sobre nuestros comportamientos, el éxito del Puppy Yoga no debería medirse por la cantidad de likes en Instagram, además de hacer crecer nuestra cuenta bancaria, sino por el bienestar y la felicidad de los cachorros que participan en estas sesiones.
Es hora de dejar atrás la superficialidad y priorizar el respeto hacia nuestros amigos de cuatro patas, garantizando que su presencia en nuestras vidas sea motivo de alegría y amor, nunca de explotación o sufrimiento. Hagamos las preguntas correcta y asegurémonos sobre el bienestar verdaderos de estos cachorros.