Las monjas adoptan a una perrita callejera para que pueda vivir en el convento.
Hermana Jennifer nunca se pierde un momento de oración, se desplaza en silencio por los pasillos y habitaciones del convento. Se le puede ver dedicándose a largos momentos de meditación (o quizás sería mejor decir siesta). Hasta ahí, todo normal, si no fuera porque no estamos hablando de una mujer con hábito, sino de un perro, una hembra callejera a la que le han cambiado la vida.
Monica Clare, Hermana Superiora de la Comunidad de San Juan Bautista en Nueva Jersey, comparte su historia y ha publicado videos en redes sociales: “Las hermanas adoptaron a Jennie, la perrita del convento, a veces llamada hermana Jennifer, a través de un refugio local. Pero nació en Carolina del Norte y su cumpleaños es el 7 de julio de 2011”, cuenta la hermana en entrevista a diferentes periódicos.
La devoción de Hermana Jennifer y su constancia en las sesiones de oración son impecables: en el convento hay seis momentos de oración y Jennie siempre está presente en cada uno de ellos. Parece que incluso puede contar si todas las hermanas están en la capilla: “Se molesta mucho si falta alguien”.
Hermana Jennifer es solo la última de una larga lista de mascotas, desde aves hasta ponis, que han sido beneficiados con el cariño de las hermanas: la comunidad religiosa se fundó en la Iglesia de Inglaterra en 1852 y muchos animales necesitados han sido acogidos como mascotas en los conventos en los últimos 171 años.
Madre Clare mencionó a que las hermanas del convento desarrollan estrechos vínculos con los animales que rescatan, conociendo todas sus preferencias, aversiones y peculiaridades a lo largo de los años que han vivido juntos: “Tiene una canción favorita, es ‘Cumpleaños Feliz’, y cada vez que la cantamos, se vuelve loca y menea la cola tan fuerte que pensamos que se le va a caer”.
A pesar de que Jennie fue una perrita callejera, cuando llegó al convento necesitó muy poco entrenamiento: “Se comporta extremadamente bien y realmente participa en los seis servicios diarios en la capilla”, reitera Madre Clare, agregando: “Adoramos a nuestras mascotas y brindan un maravilloso ministerio tanto para nosotros como para nuestros huéspedes. Una de nuestras hermanas escribió un libro sobre un poni del convento que tuvimos. Comenzó como un poni callejero del vecindario y las hermanas lo acogieron. ¡Se quedó aquí durante 27 años!”
No hace falta decir que los videos de Hermana Jennifer en TikTok han sido muy populares y los comentarios reflejan la satisfacción de los usuarios: “Creo que San Francisco aprobaría”, dijo uno, mientras que otro bromea sobre los colores del perro: “También está vestida como las monjas. Blanco y negro”. El post parece haber unido a TikTokers de todas las religiones: “Mi gato está obsesionado con la alfombra de oración de mi padre (somos musulmanes). Le conseguimos su mini alfombra, pero solo se sienta en la de mi padre, justo después de que él haya rezado”, escribió un usuario. Otro más dijo: “La sinagoga de mi amigo tiene un gato al que le gusta unirse al minian durante las oraciones matutinas. Me encanta ver animales en espacios religiosos”, y otro comentó: “A mi gato le gusta sentarse en mis rodillas para estudiar la Torá”.