El perro y el hombre, compañeros de aventuras, pasaron por situaciones extremas como el frío, la escasez de alimentos y la necesidad de realizar largos viajes para cazar.
Una investigación de Las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés) señala que la amistad entre el hombre y el perro nació en las duras condiciones a las que tuvieron que sobrevivir durante la Edad de Hielo, y continuó, en busca de mejores condiciones, cruzando el Estrecho de Bering hace 15 000 años.
Los primeros hombres que desembarcaron en América del Norte no estuvieron solos. Los acompañaban los antepasados de Buck, perros robustos y valientes, domesticados en los bosques de Siberia, acostumbrados a las prohibitivas condiciones de vida descritas en la novela de Jack London. Así lo sugiere un estudio basado tanto en hallazgos arqueológicos como en la reconstrucción de los árboles genealógicos de hombres y perros a partir del análisis del ADN.

La investigación sobre la amistad entre el hombre y el perro, según el nuevo estudio, se remonta a hace 23 000 años (otras investigaciones sitúan el encuentro en una época aún más antigua, a unos cuarenta mil).
El cruce del Estrecho de Bering hacia el noroeste de América, en cambio, debió ocurrir hace 15 000 años.
El hombre y el perro, compañeros de aventuras, pasaron por situaciones extremas como el frío, la escasez de alimentos y la necesidad de realizar largos viajes para cazar. Hace unos veinte mil años, teníamos los mismos gustos por lo que una misma presa pudo ser compartida por ambas especies para sobrevivir.
Un lugar en nuestros corazones
En los primeros hallazgos fósiles de Europa se observa la práctica de enterrar a los perros junto a los humanos. Una clara señal de que se han ganado un lugar en nuestros corazones. Y se trataba de perros reales, no lobos, que vivían permanentemente en asentamientos humanos.
Los primeros restos encontrados en América son de hace unos 10 000 años. Un poco más tarde (entre nueve a ocho mil años) en un lugar, en la isla de Zokhov, en Siberia, se hallaron restos que sugerían la capacidad de los perros para tirar de trineos.
En cualquier caso, estos animales fueron los primeros en ser domesticados. La amistad probablemente nació en el Paleolítico, mucho antes de la transformación del hombre en una especie sedentaria y la introducción de la agricultura.

El encuentro tuvo lugar en Siberia donde parte de la población humana quedó aislada, separada por el frío del resto de su especie, y en donde se encontraron huellas de colmillos de lobo en los huesos de las presas consumidas por el hombre.
Sin duda, la amistad entre el hombre y el perro surgió en esas largas travesías. Al principio, los lobos se acercaban a los campamentos. Los rastros surgen del análisis de ADN realizado por un grupo de expertos en Siberia, en la región del Estrecho de Bering y en América del Norte.
Los avances en el aislamiento y la secuenciación del antiguo ADN han comenzado a revelar la historia de la población humana y canina.
Durante los últimos 10 000 años, los hallazgos de perros antiguos dan fe de las dispersiones humanas en regiones remotas como el Ártico y el Pacífico. Sin embargo, se sospecha que esta relación tiene una antigüedad mucho más profunda, y que el movimiento en tándem de personas y perros puede haber comenzado poco después de la domesticación del perro de un antepasado lobo gris en el Pleistoceno tardío.
Que cuándo y dónde tuvo lugar la domesticación del perro. Los estudios y hallazgos sugieren que los canes fueron domesticados en Siberia hace unos
23 000 años, mientras las personas y los lobos estaban aislados durante el duro clima del último Máximo Glacial. Luego, los perros acompañaron a las primeras personas a las Américas y viajaron con ellos, mientras los seres humanos se dispersaron rápidamente por el continente hace 15 000 años.
Más allá de fechas, lugares y estudios, quién duda que el hombre y su más fiel compañero disfrutarán de un futuro juntos hasta el fin de los tiempos.