“Se pelean como perros y gatos”, muchos hemos escuchado este término en nuestra vida diaria, pero ¿qué de cierto tiene esta famosa frase? ¡Acompáñanos a descubrirlo en este artículo!
Solemos pensar que perros y gatos son enemigos naturales, ya que a lo largo de la historia hemos visto un sinnúmero de escenarios donde el perro persigue al gato, o el gato ataca al perro.
Por MV Patricia Godo
CMVP 9929
COGNIVET
Sin embargo ¿es su naturaleza llevarse mal? La respuesta es no. Ver a un perro y gato que no se llevan bien o que manifiesten signos de agresividad hacia el otro, probablemente se deba a una falta de socialización con dicha especie, dando paso a la famosa agresividad por miedo (piensen en un perro adulto que ve por primera vez un caballo por ejemplo… probablemente le ladre con desconfianza también).
La socialización es un proceso que permite al perro y al gato (y muchas otras especies) sentirse cómodos alrededor de otros animales, personas o estímulos. Lo ideal es que la socialización empiece durante lo que se denomina el “período sensible” de desarrollo, el cual está comprendido entre la 3era y 14ta semana de edad para los perritos y entre la 3era y 9na semana de edad para los gatitos.
Los gatos y perros sí pueden llevarse bien, y esto será producto de las experiencias durante la vida de ambos (empezando por la socialización con la otra especie), y no está determinado naturalmente por algo innato o de nacimiento. Esto quiere decir que, si un perro y gato se conocen desde pequeños, durante su período sensible de desarrollo, es muy probable que se lleven bien en adelante.
Es más probable que un perro que ha convivido con gatos (en una relación de convivencia armoniosa), tolere a otros gatos; y a su vez, es probable que el gato que ha convivido con perros (en una relación de convivencia armoniosa) tolere a otros perros.
Además de la falta de socialización adecuada con la otra especie ¿En qué otros contextos se puede manifestar agresividad del uno con el otro? Además de la agresividad por miedo debido a la falta de socialización adecuada, puede suceder que el perro o gato hayan tenido una mala experiencia con respecto al otro (un perro mordió al gato, o un gato extraño arañó al perro, por ejemplo), generándose así una asociación negativa, lo que predispone al gato o perro a comportarse de manera agresiva o evasiva con el otro (así no se trate del mismo perro o gato que lo atacó).
En caso de perros, también debemos tomar en cuenta el temperamento de la mascota o raza, por ejemplo, hay perros que tienen un instinto predatorio muy elevado, y es posible que, si se le presenta un gato, quiera perseguirlo obedeciendo a esta conducta predatoria.
También tenemos escenarios donde el estrés, por una introducción o presentación muy rápida, genera agresividad. Tal es el caso de la presentación de un perro a un gato adulto, por ejemplo, o viceversa. En este caso el gato espera que el nuevo individuo (el perro) se comporte como gato, y que se acerque despacio, que no invada sus cosas, etc. Sin embargo, esto no suele ocurrir, ya que son especies diferentes, por lo tanto, tienen un lenguaje corporal distinto (esto puede confundirlos) y se comportan diferente en contextos sociales.
Así, el perro usualmente se acerca de manera muy invasiva para el gusto del gato, y esto genera estrés en él, haciendo que manifieste conductas agresivas (bufidos, gruñidos, incluso arañazos y mordidas) en un intento por lograr que el perro se aleje. Si el perro es temeroso, y el gato es confiado, lo que sucede es que el perro probablemente también envíe señales para lograr que el gato se aleje, y éstas pueden ser gruñidos, ladridos, e intentos de mordida, por ejemplo.
Con todo lo mencionado, las preguntas y dudas pronto surgen:
Entonces ¿puedo traer a casa un perro si ya tengo un gato? O ¿Puedo traer a casa un gato si ya tengo un perro? Lo mejor antes de tomar esta decisión, es evaluar las características de cada mascota, como la edad, la personalidad o rasgos de temperamento, el grado de socialización y las experiencias previas respecto a la otra especie.
Si el panorama es aceptable después de la evaluación de estos factores, antes de introducir a la nueva mascota es ideal tomar en cuenta las necesidades conductuales de cada especie, es decir, asegurarse de que cada mascota tenga en casa lo que necesita como especie para evitar conflictos. Los gatos, por ejemplo, necesitan lugares altos, rascadores, caja de arena, y refugios principalmente, los cuales deben estar lejos del alcance del perrito, hasta que aprendan a respetar sus espacios. Es posible que se necesiten de todas formas algunas técnicas de modificación conductual (basadas en refuerzo positivo) para poder lograr finalmente la convivencia armoniosa.
Recordemos que la introducción o presentación debe realizar de forma gradual y nunca de frente, para evitar en lo posible los conflictos por estrés.
Si piensas introducir una nueva mascota a tu hogar, no olvides escribirnos a nuestra página de Facebook o Instagram para poder asesorarte en el proceso y puedas lograr una convivencia armoniosa junto a tus engreídos.