Uno de los estereotipos más comunes entre perros y gatos, es que no puede haber una convivencia pacífica, ya que son animales que no se llevan bien. Pero, ¿estamos realmente seguros?
Una investigación reciente muestra que perros y gatos que se encuentran más comúnmente en nuestros hogares no son tan enemigos como podemos creer, de hecho, pueden tolerarse bastante bien siempre y cuando se respeten sus espacios, especialmente durante la hora de la comida.
Si ya conviven en tu hogar amigos peludos caninos y felinos, entonces esto no te sorprenderá. Para todos los demás, una nueva investigación científica (Principles of Coexistence of Dogs and Cats Sharing a Living Environment) se encarga de actualizar (¿y refutar?) el dicho “ser enemigos como perros y gatos”.
Esta investigación viene de la Universidad Polaca Siedlce University of Natural Sciences and Humanities y analiza las dinámicas comportamentales en la convivencia de perros y gatos en una muestra de 87 propietarios de animales de ambas especies.
El estudio llevado a cabo por Elżbieta Bombik y Jakub Mandał, y mencionado por el profesor de psicología de la University of British Columbia, Stanley Corens, en la revista americana Psychology Today, muestra que la convivencia entre estos dos tipos de mascotas con personalidades diferentes está caracterizada por niveles bastante bajos de agresividad.
Es posible que la convivencia sea pacífica, especialmente si los ejemplares de ambas especies han pasado suficiente tiempo con su madre y hermanos en la camada, y el encuentro entre ellos se produjo en una edad temprana.
Más que amistad sin prejuicios de género, parece tratarse de tolerancia para vivir en paz.
Los datos recopilados por los investigadores muestran que los gatos evitan al perro, sin entrar en conflicto, con una probabilidad siete veces mayor que la del perro. Por otro lado, los perros son más sociables y buscan el contacto sobre todo con su compañero humano. Y para hacerlo, según los investigadores, están dispuestos a ahuyentar a los felinos con una probabilidad tres veces mayor que la de estos últimos.
Durante la noche, las defensas bajan y ambos animales toman sus propios espacios, con excepción del 14% de los animales que entran en conflicto para defender su lugar elegido.
¡Pero cuando es hora de comer, cada uno tiene su lugar!
Los perros, de hecho, defienden su plato con comida y no permiten que los gatos lo usen, ahuyentándolos (18% de los perros examinados) y gruñendo o ladrando (12%).
Por el contrario, los gatos demuestran ser menos posesivos de su plato y en el 37% de los casos incluso permiten que el perro coma de él.
Sin embargo, los propietarios mismos se aseguran de mantener los cuencos separados y el 48% de ellos los colocan en habitaciones diferentes, o en lugares alejados del mismo ambiente (23%) o aún a diferentes alturas (17%).
Otra interesante consideración de esta detallada investigación se pregunta si la tolerancia de la mascota acostumbrado a convivir con su “amigo-enemigo” se extiende también fuera de las paredes domésticas, con otros ejemplares desconocidos de perro o gato.
La respuesta habla mucho sobre el carácter de nuestros amigos peludos. Los perros, de hecho, aunque se muestran poco agresivos con el gato encontrado fuera y en el 38% de los casos incluso felices, en el 45% de los casos todavía tienden a perseguirlo.
¿Y los gatos? Se mantienen alejados de los perros desconocidos con apenas un 7% de respuesta afectuosa: como diciendo “puedo soportar a un perro en mi casa, ¡pero uno desconocido no!”.
Siguiendo estos datos, seguro los ayudaran a comprender mejor que la convivencia entre perros y gatos no solo es posible, sino también feliz.
Por último, si realmente tienen dudas sobre la convivencia entre perros y gatos o ya tienen animales que tienen dificultades para convivir juntos en la misma casa, una solución podría ser consultar a un entrenador o a su veterinario de confianza que podrán darles consejos útiles sobre cómo manejar la convivencia y qué tácticas comportamentales poner en práctica.