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Un gato, un cepillo y mucho amor

Hermosos, misteriosos, la mirada de un gato refleja toda la esencia de su ser. 

Sí, el gato junto con el perro son las mascotas más comunes en todos los hogares. La gente suele decir “recogí un gato”, cuando en realidad, fue el gato el que nos eligió. 

Nuestro amigo gato, en casa nunca deja de sorprendernos, dándonos la sensación de no poder entenderlos y al mismo tiempo de conocerlos completamente. Además de la majestuosidad de su andar, lo primero que notamos es el manto, el color de su pelaje, el que le sirve de protección natural frente a las agresiones externas, así como de los rayos UV. Actúa también como una defensa contra la deshidratación; además de ser un aislante térmico para el frío y el calor. 

Por esta razón, y para quien no lo sepa, el gato cambia de pelo. 

El se asea solo, lamiéndose a sí mismo, momento en el que también ingiere su propio pelo, lo que a la larga le provoca regurgitación y hasta obstrucciones intestinales.  Lo que son conocido como bola de pelo.

Para evitar este tipo de problemas, lo ideal es cepillarlo con frecuencia, diariamente de preferencia, como una forma de ayudarlo a mantenerse sano y de estrechar aún más nuestros lazos de amor con él.

La frecuencia de los cepillados va a depender de las características del pelaje de nuestro gato, pero también de la época del año, ya que sobre todo en los meses de primavera y de otoño se produce la muda de pelo.

En general, los gatos de pelo corto pueden mantener un manto estupendo con cepillados cada 7-10 días. En cambio, los de pelo largo sería ideal que fuesen cepillados prácticamente a diario. En la temporada de muda la frecuencia debe aumentarse según las necesidades de cada ejemplar. El objetivo es eliminar la mayor cantidad posible de pelo.

Generalmente, no todos los gatos aceptan de buen grado someterse a una sesión de cepillado. Si su pelo es corto puede que no tengamos ningún problema, aunque no lo peinemos, pero si nuestro ejemplar es de pelo largo, vamos a tener que cepillarlo sí o sí y no solo por la probable formación de bolas de pelo. Los enredos son un problema estético, pero también pueden acabar por provocar trastornos en la piel, además de incomodidad.

Por lo tanto, es importante acostumbrar a nuestro gato al cepillo desde pequeño o desde el inicio de la convivencia si adoptamos a un ejemplar ya adulto. 

Cepillar a un gato es una rutina necesaria para él y para ti, para ofrecerte la oportunidad de mejorar las relaciones con él y consolidar más la amistad.

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