Jugar, jugando a jugar. No cabe duda, para el gato, el juego es parte fundamental de nuestro desarrollo psicobiológico, y cuando se trata de jugar, los gatos se lo toman en serio.
Por Elizabeth Briceño Weiss
La Jato del Gato
Los mininos tienen dos tipos de juegos:
El juego social. Los gatos comienzan a jugar desde las cuatro semanas de nacidos. Y juegan cada vez más en las semanas por venir, tanto como desarrollan su área sensitivo-motora. Entonces, alrededor de las 14 o 16 semanas de edad, esta actividad disminuye progresivamente.
El juego inicia próximo al destete, juegan simulaciones como una forma de prepararse para adaptarse al medio al que tendrán que enfrentarse a lo largo de sus vidas. Por eso, los cachorritos no deben separarse de sus madres antes de los cuatro meses de edad porque jugando aprenden a ser sociables, a medir su fuerza, etcétera.
Cuando finaliza el destete, a las ocho semanas aproximadamente, el gatito ya debe haber desarrollado su capacidad de cazar y estar preparado para poder desenvolverse solo. Y es allí cuando se inicia el segundo tipo de juego.
El juego individual. Es el juego que simula la cacería. Por ello, es importante crear un entorno idóneo para el gato, considerando la buena distribución de las áreas de eliminación, alimentación, juego y descanso. Especialistas como Xavier Manteca y Martha Amat, destacados etólogos e investigadores españoles, señalan que el enriquecimiento ambiental tiene efectos positivos sobre la salud y bienestar del gato. Conductualmente hablando, el gato realiza actividades diarias como rascar superficies, esconderse o alejarse, jugar y descansar.
Al respecto, hay muchos objetos que pueden cubrir todas estas necesidades a la vez, como por ejemplo el rascador que, según su diseño y tamaño, puede servir precisamente como área de escondite, juego y descanso.
¡Patitas a jugar se ha dicho!