No siempre es fácil adivinar lo que quiere el gato a la hora de comer. Sin embargo, una alimentación saludable y personalizada es la base de su bienestar. Desde la ubicación del plato hasta la elección del entorno, aquí hay consejos para crear la rutina alimentaria diaria perfecta.
El gato a la hora de comer, tiene una relación muy especial con la comida. Hay gatos que siempre parecen tener hambre y esperan ansiosos la hora de la comida, frotándose y maullando mientras esperan. Otros, en cambio, parecen poco entusiasmados e interesados: cuando el plato se llena, solo prueban unos pocos bocaditos y lo abandonan con cierta indiferencia, solo para volver más tarde. Además, no todos aman el mismo tipo de alimentos: algunos prefieren la comida seca, mientras que otros se vuelven locos por la comida húmeda.
La rutina de la comida
Los gatos son animales extremadamente rutinarios y tienden a seguir una rutina bastante estricta. Los hábitos los relajan, pero cuando algo sale de sus patrones habituales o se mueve algún elemento de su espacio, tienden a “molestarse“. A veces, incluso si se retiran muebles u objetos individuales, quedan desorientados. Incluso cuando la rutina de la comida se vuelve impredecible, un gato puede mostrar signos de estrés.
Comer cómodo y seguro
Para que el gato se sienta cómodo durante la comida, el secreto está en crear un entorno doméstico que sea confortable y familiar para él, como si fuera un cliente habitual del restaurante en el que elige comer todos los días. Cada detalle debe ser planificado cuidadosamente para brindarle la sensación de seguridad y protección.
El lugar adecuado para su plato
Al igual que los humanos, el gato identifica las áreas de la casa según la función que les asocia. Hay un espacio para dormir y descansar, el área de día para comer, jugar e interactuar, y el lugar donde hacer sus necesidades. Es por eso que colocar el plato de comida cerca de la caja de arena no es una opción acertada, ya que puede hacer que el gato rechace la comida ofrecida de esta manera.
El mejor lugar es uno seguro y relajante, lejos del ruido y las áreas de paso: cuando el gato come, necesita privacidad, pero también asegurarse de que nadie lo sorprenda. Por esta razón, es mejor que los platos de comida y agua no estén apoyados contra una pared, sino que le permitan al gato posicionarse como mejor le parezca para controlar el entorno y sentirse seguro.
Si hay varios gatos en la casa, es mejor colocar los platos en áreas diferentes para que cada uno pueda comer sin ser molestado y a salvo de las miradas de sus “compañeros de cuarto”. En este caso, también se recomienda poner al menos un plato para cada gato. Así, nadie tendrá que esperar para comer en caso de que todos tengan hambre al mismo tiempo. El plato de agua debe colocarse a cierta distancia del plato de comida y siempre contener agua fresca y limpia.
¿Cuál es la cantidad ideal de comida?
Una alimentación equilibrada y personalizada es fundamental para el bienestar del gato. No hay una cantidad fija de comida válida para todos los gatos. Las porciones varían principalmente según el peso, pero también la edad, la salud, el estilo de vida y el nivel de actividad física de nuestro amigo de cuatro patas. En general, los gatos deben tener comida fresca disponible todo el día o recibir pequeñas comidas frecuentes a lo largo del día.
Cuando se alimentan libremente, los gatos pueden hacer hasta 20 pequeñas comidas al día, distribuidas en 24 horas, con dos picos al amanecer y al atardecer. Para componer el plato, es bueno pedir ayuda al veterinario, quien podrá indicar el tipo de alimentación más adecuada después de conocer al gato. Es útil crear una buena combinación entre alimentos húmedos y secos, siguiendo las indicaciones de las dosis señaladas en el envase.
Si el gato no come
Cuando el gato rechaza la comida, a veces la causa es muy simple: no le gusta particularmente ese sabor de alimento o se ha cansado y quiere nuevos sabores. El riesgo del llamado efecto “monotonía” es bastante común. Si el gato ha decidido que ya no le gusta un determinado alimento, será imposible no darse cuenta, incluso a costa de una verdadera huelga de hambre. En este caso, buscar alternativas es importante, porque un gato que deja de alimentarse, aunque sea solo por unos días, puede sufrir graves problemas de salud.
Trucos y estratagemas
Las razones por las que un gato rechaza la comida también pueden estar relacionadas con el estrés psicofísico, como un traslado, un cambio importante en la familia, la llegada de un nuevo miembro, o incluso en entornos donde el gato no se siente tranquilo y relajado. En otros casos, puede tratarse de un problema de salud y se debe consultar de inmediato al veterinario.
Para estimular su apetito, se pueden esconder croquetas por la casa dentro de cajas y latas de cartón, activando en el minino el instinto de búsqueda y conquista. Como alternativa, se pueden usar juguetes especiales desde los que salga la comida con movimientos de la pata. Quienes tengan un poco de habilidad manual pueden hacer versiones caseras.
Seguramente el gato lo apreciará.