El conejo, en estado salvaje es un animal de presa, quiere decir que para sobrevivir deben protegerse de sus enemigos.
Esto ha hecho que el mismo conejo, disponga de unos órganos sensoriales muy desarrollados para estar siempre alerta.
Ojos lindos
La vista no es el sentido más desarrollado de los conejos, pero lo cierto es que estos roedores ven bastante bien.
Sus ojos prominentes y colocados lateralmente le dan al animal un campo de visión muy amplio, casi de 360°.
La agudeza visual es más alta en el horizonte, debido a la necesidad de ver a los depredadores que se acercan desde lejos.
En cuanto a la visión del color, los conejos pueden distinguir entre azul y verde, pero no tienen la percepción del rojo.
La sensibilidad a la luz es ocho veces mayor que la de los humanos, lo que les permite una buena visión en condiciones de poca luz como el amanecer y el anochecer, momentos en los que el animal está más activo.
Lamentablemente, con el paso de los años, pierden su capacidad visual y pueden presentar cataratas.
¡Qué orejas tan largas tienes!
La audición también juega un papel importante en la defensa contra los depredadores. Es uno de sus sentidos más desarrollados y es particularmente sensible a las altas frecuencias.
El oído es el sentido más vital del conejo, de ahí sus grandes orejas erguidas.
El sistema auditivo le permite detectar depredadores, así como percibir el área a su alrededor.
La acústica ayuda a superar la reducción de la capacidad visual porque permite que el conejo se mueva sin dificultad.
Las ondas sonoras rebotan en los objetos, lo que permite al conejo reconocer la disposición de su entorno.
Qué rico sabe todo
La lengua del conejo es rica en papilas gustativas, por lo que se supone que su sentido del gusto está muy desarrollado.
En la naturaleza, este animal es capaz de distinguir las plantas nutritivas de las venenosas, algo que aprende incluso antes del destete.
Cabe mencionar que, durante las primeras etapas de la vida, los conejos ingieren las heces de su madre para obtener información útil sobre el tipo de plantas que comió y la flora intestinal beneficiosa.
Seguramente los conejos tienen predilección por los sabores dulces, como el de las frutas, que en la naturaleza rara vez o nunca consumen. En nuestras manos está evitar que engorde porque las frutas deben limitarse a solo algunas recompensas esporádicas.
El conejo y la temperatura de su cuerpo
Además de sus cinco sentidos, los conejos tienen otra función muy importante, se trata de la termorregulación, es decir, los orejones pueden regular su temperatura corporal, lo que representa el 12 % de su cuerpo, una función con efecto difusor.
La termorregulación consiste en una serie de vasos sanguíneos que pueden estrecharse o dilatarse para conservar o disipar el calor de su cuerpo.
Otro dato curioso es que los conejos cuando tienen demasiado calor no sudan como nosotros ni tampoco jadean como los perros. Ya sabemos, ellos termo regulan la temperatura de su cuerpo.
Qué bien huele todo
El sentido del olfato no solo se combina con el gusto por la selección de alimentos, sino que también sirve para la comunicación social.
Los conejos tienen glándulas que producen determinadas sustancias olorosas llamadas feromonas, estas glándulas están ubicadas debajo del mentón y a los lados del ano.
Frotándolos sobre las superficies, los conejos dejan un rastro olfativo que nosotros somos incapaces de percibir, pero que los demás conejos son capaces de “leer” e interpretar.
Es por ello por lo que el conejo de la casa frota su barbilla contra varios objetos, como si estuviera aplicando la etiqueta “esto es mío” o colocando el cartel “aquí estoy, intrusos alejarse”.
Sentir o no sentir, un conejil dilema
Los conejos no tienen particularidades en comparación con nosotros con respecto al sentido del tacto en la superficie del cuerpo, excepto por las estructuras especializadas que tiene en la cabeza como son los bigotes y los pelos largos sobre los ojos.
Con los bigotes, los animales son capaces de percibir los objetos colocados a su alrededor incluso en la oscuridad para no golpearse la cabeza.
Sin duda, son órganos útiles para que los conejos salvajes viajen con seguridad por los largos túneles que cavan para obtener una guarida segura, probablemente mucho menos útil para los conejos domésticos.