Lo primero que pensamos después de adoptar un cachorro es qué hacer para que pueda crecer sano, feliz y educado. Sin embargo, a veces confundimos las necesidades del perro con las nuestras.
Después de adoptar un cachorro, siempre tendemos a pensar en todas esas acciones que podríamos llevar a cabo y que podrían resultarle. Sin embargo, a veces no nos damos cuenta de que no todo lo que hacemos siempre responde a las necesidades reales de él. Porque, absorbidos por nuestro deseo de hacerlo vivir mil experiencias, corremos el riesgo de exponerlo a situaciones demasiado desafiantes para su edad o habilidades, o corremos el riesgo de intervenir de manera incorrecta en lo que queremos enseñarle.
1. Reñirlo o castigarlo si hace sus necesidades en casa
Lo primero que pensamos justo después de la llegada de un cachorro es que debemos enseñarle a hacer sus necesidades afuera y no dentro de la casa.
Lo que absolutamente no tiene sentido es regañar al cachorro o, peor aún, castigarlo. De hecho, los cachorros, durante varios meses, no son capaces de contener sus impulsos y no aprenderán solo porque nos vean enojados.
Mucho menos podrán comprender que nuestra reprimenda puede referirse a algo que ocurrió mucho tiempo antes y, de hecho, en este caso, incluso podríamos ya peligrar la relación de confianza con nuestro perro, que podría asociar nuestro resentimiento con algo diferente.
En estos casos, es mejor trabajar en la prevención llevando al cachorro a pasear con más frecuencia y recompensándolo cuando haga sus necesidades afuera.
Lo que debemos considerar es que para un perro es completamente normal no ensuciar en los ambientes en los que vive y si entiende que hay regularidad en las salidas, aprenderá rápidamente a dirigirse hacia la puerta cuando sienta el impulso e incluso avisarnos cuando necesite salir.
Otra cosa que debemos evitar es usar alfombrillas absorbentes en casa y enseñarle que allí puede hacer sus necesidades. Dado que podría resultar más difícil enseñarle en el futuro que ya no es posible, y existe el riesgo de que una vez retirada la alfombrilla, el perro pueda dirigirse a cosas que le recuerden a ella, como por ejemplo las alfombras de la casa.
En resumen, en estos casos, solo debemos tener mucha paciencia y esperar a que aprenda a controlarse mejor a la edad adecuada (no antes de los 5 o 6 meses).
2. Interrumpirlo mientras duerme
Aunque tengamos ganas, especialmente al principio, de pasar mucho tiempo con él y hacer muchas cosas juntos, no debemos perturbarlo mientras está durmiendo.
El sueño es, de hecho, una parte primordial en el desarrollo del cachorro. Durante estas fases, podrá procesar las experiencias vividas mientras está despierto, de forma natural.
El sueño, por lo tanto, es una actividad fundamental para la cual debemos organizar los espacios adecuados y a la cual debemos dedicar una gran importancia para permitir un crecimiento saludable de nuestro pequeño.
Una vez más, paciencia y aprendamos a respetar los tiempos de nuestro amigo.
3. No respetar los tiempos adecuados en el encuentro con otros perros.
Es importante tomar en cuenta el tiempo que necesita el cachorro para descubrir y conocer otros perros. Lo que debemos evitar es exponerlo a situaciones que puedan resultar demasiado desafiantes o incluso traumatizantes. Los cachorros son extremadamente delicados y muy sensibles a nuevas experiencias, por lo que estas deben realizarse con la debida gradualidad, y, sobre todo con perros adecuados.
Es mejor evitar situaciones en las que muchos perros puedan abalanzarse sobre él y posiblemente asustarlo. También se deben evitar perros agresivos que no sean capaces de dejar el espacio necesario, privando al cachorro de tomar con calma sus propias iniciativas y decidir por sí mismo cuándo acercarse.
Los encuentros entre varios cachorros, especialmente si son de diferentes tamaños, son algo a lo que se debe prestar mucha atención, ya que no siempre resultan educativos.
En general, la socialización con otros perros es una etapa extremadamente importante que puede afectar mucho no solo el bienestar futuro de nuestro compañero, sino también el nuestro, ya que podríamos encontrarnos, una vez que se convierta en adulto, con situaciones incluso muy complejas. Por lo tanto, si existe la necesidad, no dudar en contactar a un profesional que pueda apoyarnos en esta maravillosa y delicada fase.
4. Permitir que los extraños lo toquen demasiado
Cuando son cachorros, los perros llaman mucho la atención de las personas y muchos de ellos nos pedirán acariciarlos. En este caso, debemos comprender que muchas de estas personas desean tocar a nuestro pequeño y saber por lo mismo, cuáles son las verdaderas necesidades de nuestro perro y si o cuándo desea ser manipulado por un completo desconocido. En otras palabras, también debemos aprender a decir “no” o, al menos, explicar la mejor manera de interactuar con él, por ejemplo, inclinándose y esperando a que el cachorro se acerque sin sentirse obligado.
Todo esto es importante, especialmente con aquellos pequeños más tímidos, pero también con los más enérgicos. Los primeros podrían intentar evitarlo con el tiempo debido al miedo (incluso aprender a gruñir para evitar situaciones desagradables), mientras que los segundos podrían adquirir malos hábitos como saltar sobre las personas o querer ir con cualquiera, convirtiéndose en una molestia posteriormente.
5. Elegir solo juegos estimulantes
Otro aspecto relacionado con nuestras interacciones diarias. Lo que debemos evitar absolutamente, así como basar nuestra relación exclusivamente en mimos y caricias, es establecerla únicamente en juegos estimulantes como “lucha”, lanzamiento de pelotas u otros objetos, o el juego del tira y afloja.
Aunque estas actividades son muy útiles y pueden formar parte de una relación saludable y equilibrada, debemos tener cuidado con los excesos, es decir, basar nuestra relación únicamente en ellos. De hecho, los cachorros aprenderán de nosotros cuáles son las formas correctas de relacionarse y, si les enseñamos que solo las que implican un alto nivel de excitación son las correctas, podrían tender a reproducirlas en diferentes contextos y momentos.
Es mejor enseñarles que también se puede estar bien realizando actividades más tranquilas, que cada juego tiene una duración adecuada y, sobre todo, que hay lugares donde se permite realizar ciertas actividades, por ejemplo, al aire libre, mientras que en otros no se puede hacer.